22.2.12

¿Progresista y misógino?

Yo no soy uno de esos antiguos izquierdistas que de chicos fueron más o menos radicales y que en sus cuarentas descubren, y en buena hora, que pueden vivir sin el radicalismo y seguir teniendo una conciencia social y seguir abogando por la democratización de la agencia ciudadana y seguir luchando por la igualdad y la inclusión social. Yo soy, más bien, alguien que de joven estuvo más inclinado al centro y a la derecha y que con los años han descubierto que hay cosas más interesantes y más decentes para hacer en un país como el Perú que esperar que el tiempo solo resuelva la injusticia mientras uno goza de los privilegios de la injusticia.

Eso me permite un privilegio distinto, sin embargo: yo no siento ninguna afinidad con los izquierdistas que siguen emperrados en un profundo conservadurismo cultural, que sería más justo no llamar siquiera conservadurismo porque es, más bien, un primitivismo retrógrado; ninguna afinidad con esas izquierdas que eligen qué tipo de tiranía desprecian y qué tipo de tiranía idolatran, qué líderes mesiánicos son detestables y qué líderes mesiánicos son dignos de una ciega idolatría, qué crímenes sociales son denunciables y sobre cuáles vale más la pena quedarse en silencio o mirar en otra dirección.

A mí me parece francamente detestable que políticos como Chávez, Morales, Correa o incluso, en su momento, Lula da Silva, reciban como aliado y como amigo a criminales notorios como el presidente de Irán, que Chávez y Castro defiendan a monigotes genocidas como Gadafi, que potencias mundiales utilicen su poder en preservar dictaduras como la de Siria, y que líderes locales de la izquierda peruana no se atrevan a enmendarles la plana, a declarar abiertamente que el apoyo a delincuentes como esos no puede ser otra cosa que una vergüenza, un despropósito y una deslegitimación de sus propios discursos igualitarios y de sus propios ideales supuestamente democratizadores.

Cuando gente como Chávez o Castro muestran, al mejor estilo de los tiranos norcoreanos, que aquello que llaman procesos revolucionarios no son más que el primer paso de tiranías hereditarias, y hacen girar sus gobiernos en torno a la noria del culto a la personalidad, cualquier cosa que digan sobre ideales de igualdad y democratización se convierte en una trivial caricatura. ¿Por qué tendría la izquierda, una izquierda legítima y defensora real de esas causas que en los labios de otros son meros lemas sin fondo ni verdad, por qué debería la izquierda continental, digo, defender esa caricatura y nuclearse alrededor de unos líderes que no representan sino los peores rasgos de un populismo autoritario que le ha hecho más daño que cualquier otra cosa a los ideales de la izquierda en la región? La izquierda no necesita eso. La izquierda necesita deshacerse de ese lastre y asegurarse de que su ejecutoria futura esté signada por una moral desprendida de alianzas estúpidas y retardatarias.

Anoche vi el infame video (abajo) que muestra a Evo Morales coreando, en el marco de un carnaval tradicional, coplas de un aborrecible contenido machista y denigratorio para las mujeres bolivianas, para las que forman parte de su propio gobierno, las que forman organizaciones de defensa de los derechos de la mujer indígena en Bolivia, y, por supuesto, denigratorias para las mujeres en general. El supuesto ingenio del presidente-poeta habla de “quitarles el calzón” a sus ministras y de “llevarse a la cama” a las mujeres de un organismo de lucha contra la discriminación de las indígenas bolivianas. Quienes lo han defendido hacen notar que se trata del tiempo del carnaval, donde lúdicamente las jerarquías se invierten y la moral se pone de cabeza. Pero en un país como Bolivia, donde el abuso contra la mujer y, sobre todo, el desprecio y el abuso contra la mujer indígena, son pan de cada día, resulta torpe creer que una expresión machista y misógina supone la inversión de una jerarquía o la contradicción de los valores tradicionales: lo de Evo Morales es la simple y pura reafirmación de esos valores, cuando mucho liberada de las trabas de la corrección política.

¿Esa es la izquierda que queremos en América Latina? ¿Una izquierda que por un lado proclama ideales de igualdad y justicia social mientras por otro reafirma abiertamente la desigualdad y la injusticia, y hace escarnio público de las víctimas y las somete a una nueva humillación? En el caso de Evo Morales, sumen a todo eso sus ideas acerca de cómo ciertos alimentos reducen “la virilidad de los hombres”, añádanle los discursos en que poco sutilmente marca distancias entre quechuas y aymaras (y su manipulación irresponsable de otros discursos raciales), agréguenle su intención de censurar ciertos libros del canon boliviano sin los cuales los bolivianos difícilmente podrían comprender la marcha de su historia y cómo han llegado a la situación en la que se encuentran, pongan todo eso junto a las fotos de Evo Morales abrazando al presidente de Irán, un régimen autoritario, violador consuetudinario de los derechos humanos, donde la vida misma de las mujeres está librada al capricho de los hombres, y después de hacer todo eso, díganme sinceramente si alguien puede creer que Evo Morales representa el afán progresista y democratizador que la izquierda tiene y debe siempre tener como bandera.

5 comentarios:

Ruth dijo...

Otra evada. Una màs para el libro " Evadas". ¿ Còmo un paìs pudo elegir a alguien como Evo para presidente? En fin. Cosa de locos.

Anónimo dijo...

Es que no estás hablando de la izquierda, sino del populismo. Los líderes que mencionas, están más cerca del primer Alan García, es decir, de la demagogia, que del izquierdismo. Es más, en casos como el de Chávez, son demasiados los rasgos fascistas. No ensuciemos el término izquierda, porque en este mundo abundan izquierdistas honestos, desprejuiciados y realmente progresistas cuya voz no se escucha precisamente porque la política en latinoamérica, por la ignorancia endémica, sólo tiene lugar para el vociferante; de allí que las hordas agresivas del neoliberalismo así como las fuerzas emergentes del populismo tengan ya un protagonismo de décadas.

Jaco Rodríguez dijo...

Fuera de que es muy cierto que Evo podría evitar problemas y malentendidos no estando en ese estrado, sobretodo para observadores externos, a mí me parece un video más que nada pintoresco.

Otro detalle importante es que Evo solo se anima a cantar la primera copla, el resto parece más un tema de compartir con el pueblo, del cual él forma parte (en la copla de las ministras, hay que fijarse como levanta las manos y se ríe, como dando a entender que nada tiene que ver con esas líneas).

No es por fungir de abogado del diablo, pero para mí un misógino es alguien que aborrece o subestima a la mujer, no que la desea y fantasea con ellas, como dan a entender estas coplas. ¿Qué el contenido es machista y nada sutil? Sin duda: me queda claro que es parte de su cultura y es algo que en gran medida se ha normalizado. Pero, ¿el que las canta o los que las escuchan son violadores en potencia? No sé si haya que caer ese facilismo. En todo caso, ¿qué se puede hacer en todo caso frente a la tradición? ¿Prohibir esas coplas? ¿Eso reduciría sustancialmente la violencia sexual o doméstica? Las coplas son en todo caso la expresión -mas no el origen- de una forma de pensar machista.

Perro Rojo dijo...

Estimado señor Faverón:
Es la primera vez que comento, porque la temática de la política y el quehacer peruano no me atañe, pero este último artículo me obliga a participar. Yo planeaba escribir un artículo sobre esta anécdota en mi blog, pero me reconforta que alguien de su peso se haga eco de lo carnavalesca que es la política en mi país. Desgraciadamente este tipo de manifestaciones “culturales”, es lo más normal en Bolivia, nadie se espanta, si acaso algunos opositores que no gozan de credibilidad precisamente. Como saben, acá hay una cruzada contra ciertos libros tildados de racistas que tienen el único pecado de reflejar las costumbres de la vida colonialista y republicana. Si hasta un viceministro de Descolonización (el paladín de la cruzada) tenemos, que curiosamente, fue pillado luciendo muy orondo una camiseta de los Beatles. Y así, cotidianamente asistimos a estos espectáculos vergonzantes que seguramente causan mucha risa en otras partes del mundo. Desgraciadamente aquí encogemos los hombros, lo tomamos con normalidad unos y con resignación los menos. Entretanto muchos jóvenes tenemos la amarga sensación de estamos retrocediendo en el tiempo, sin esperanza y sin futuro. Por lo demás, suscribo totalmente su opinión al respecto.

David dijo...

que quede claro que los discursos igualitarios son una mierda; habiendonos entendido el uno al otro podemos hablar.