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En estos tiempos en que casi cualquier peruano que se declara intelectual o se dedica a la escritura como oficio es inmediatamente tachado de elitista y enemigo del pueblo, y cualquier escritor cuya obra parece particularmente compleja o de difícil comprensión es descartado por arrogante, impráctico, encerrado en una torre de marfil, incapaz de conectar con el resto del país, no está de más recordar a uno de los grandes íconos de la peruanidad: César Vallejo.
Vallejo, como sabemos todos, no era solamente el cholo recio de Santiago de Chuco que extrañaba el amor de su andina y dulce Rita y evocaba los domingos en las claras orejas de su burro, de su burro peruano en el Perú (perdonen la tristeza). Vallejo era también un abstruso experimentador del lenguaje, un vanguardista entre los vanguardistas, que caminaba por un filo de navaja donde el lenguaje común se desarticulaba entre los ruidos de la modernidad y se rearticulaba de maneras insólitas siguiendo los principios del cubismo picassiano y los originales principios que él mismo iba descubriendo e imaginando minuciosamente.
Vallejo era también un peruano que había decidido que su educación literaria y estética y política debía cortar con el ancla de lo exclusivamente peruano y de lo exclusivamente limeño, y continuar en España y en París. Y Vallejo era un marxista y un socialista, y era un admirador del surrealismo trotskista y alguien que decidió en algún momento que su lenguaje no podría representar lo humano general ni lo peruano particular si antes no era reinventado, destruido, reducido a escombros y rehecho en formas que hasta hoy resultan difíciles de comprender incluso para el más ilustrado académico.
Si la complejidad en el arte es elitista y la renuncia a la comunicación inmediata es antipopular, entonces no hay un peruano más elitista ni un peruano más antipopular que el autor de Trilce.
Y sin embargo, los peruanos leen, o al menos leían, a Vallejo. En las escuelas del Perú se leen, o más bien se leían, los poemas más herméticos y dificultosos de toda la lengua española, poemas que se cuentan entre los más abstractos y complejos de toda la poesía universal. Vallejo pudo haber quedado como una cifra muda de la intelectualidad peruana: uno de esos nombres que se mencionan pero no se estudian; todo en su obra parecía perfecto para ese cruel destino de la literatura que se juzga ajena, incomprensible, más allá del alcance de las mayorías. Pero no ocurrió así: la crítica literaria hizo lo posible por comprender y explicar a Vallejo, y muchas generaciones de peruanos se educaron en el esfuerzo de estar a la altura de la complejidad interpretativa que sus palabras requerían.
Ahora, claro, si Vallejo estuviera vivo y produciendo esos u otros extraños experimentos de poesía humanística, sería visto como un elitista, acusado de impopularidad, señalado con el dedo por su desconexión con la cultura del pueblo; de hecho, lo sería mucho más que cualquier otro escritor peruano. Vallejo, sin embargo, ha sido, desde su conversión icónica en los años cuarenta, un poeta del pueblo, no porque escribió fácil para ser comprendido inmediatamente, sino porque le planteó a sus lectores un reto y los peruanos se esforzaron por estar a la altura de ese reto: maestros y niños de escuela aprendieron a encontrar entre las palabras oscuras de "Los nueve monstruos" la voz de alguien que les pedía ser más y ser mejores.
A veces resulta difícil entender esa mecánica, pero no debemos perderla de vista nunca: la literatura nos puede hacer ser más y ser mejores; la compleja literatura escrita por un mestizo que se educó en un colegio pobre de una provincia menesterosa puede ser una palanca para echar a andar con mayor brillo la inteligencia y la capacidad de comprensión emocional de otros niños que se educan en condiciones similares. Se puede hacer mucho por el país ofreciéndole al país no simples puentes de condescendencia sino difíciles puentes levadizos. No hay motivo para renunciar a eso.
Hoy, lamentablemente, Vallejo está convertido, cada vez más, en los colegios, en el autor de Paco Yunque, su relato más sencillo, y alguien de quien se menciona que además de "Los heraldos negros" escribió otros poemas demasiado difíciles de entender. Y con eso se le está devaluando al nivel que los eternos simplificadores del mundo quieren que prevalezca en todo: el nivel de lo sencillo, de la ausencia de retos. Y mientras tanto, en nuestros colegios, cada vez más niños leen los libros de Javier Arévalo o de Gustavo Rodríguez.
Nadie grita "muera Vallejo", pero si hubiera un Vallejo de hoy escribiendo el Trilce de hoy, le darían duro con un palo y duro también con una soga, por elitista. Y probablemente le preguntarían a quién le ha ganado y le sacarían en cara no ser famoso. Como el otro Vallejo, que murió sin gloria y en la miseria, después de hacerle a todos los peruanos uno de los regalos más grandes que alguna vez hayamos recibido.
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12 comentarios:
Brillante artículo, Gustavo, te felicito. Lo he leído con gran emoción. Esta noche habrá relectura de "Poemas humanos".
De acuerdo con la conclusión pero en desacuerdo con las premisas. ¿Para tu conclusión por qué resulta importante mencionar que vallejo era cholo y pobre? ¿Eso qué tiene que ver? ¿Argumento ad misericordiam? ¿Por ser cholo y pobre automáticamente alguien deja de ser "elitista"? Creo que ir contra el lenguaje no es sinónimo de escribir "difícil". Creo que vallejo nunca ha escrito "difícil" sino contra el lenguaje y, por ende, contra sí mismo. Y eso creo que es lo más humano que una persona puede hacer. Saludos.
Es importante mencionarlo para poner en claro que Vallejo no se quedó en la provincia, sino que asumió el reto de la universalidad en política y arte. Hay gentes a las que el hermetismo de Vallejo les resulta un misterio fascinante sobre el que trabajan décadas enteras; gracias a ellos, Vallejo ya no es un desconocido en el mundo anglo. Un profesor americano dedicó gran parte de su vida a traducir todos los poemas de Vallejo y los publicó hace pocos años en una edición hermosa. Si los peruanos fuésemos capaces de poner el mismo empeño en leer y comprender a Vallejo en toda su complejidad innovadora...
Excelente articulo gracias por compartirlo, saludos!
ayer faveron salio en la tv, a nivel nacional, miashiro dijo: a faveron yo lo "repeto"
buen post, te doy la razón, en los colegios ya no se leen a nuestros máximos representantes, por eso, tal vez, el nivel de comprensión de lectura actual en nuestros educandos; si no fuerzan la mente, cómo se espera que nuestra pobrísima educación mejore. Es el colmo que ahora elijan textos poco complicados e interesantes para leer en las aulas, no tengo nada en contra de Arevalo ni Rodriguez, pero en el diminuto universo liteario nacional, existe más de un buen representante digno para ser leido y discutido en las aulas secundarias.
A mí una vez me invitaron a una serie de recitales en Santiago de Chuco, por un aniversario de Vallejo. Fuí y le i mis poemas, y luego, caminando por las calles del pueblo, un pata local se me acercó y me preguntó por qué escribo tan difícil, tan incomprensible, y por qué no puedo ser más como Vallejp, que es del pueblo. Alfan alfiles a adherirse, pensé. Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos, Chit, ya sale. Pero no dije nada. Y no lo ovido.
Buen articulo!
Señor:
Comparar a Thays con Vallejo -porque claramente esa ha sido su intención- me parece bastante exagerado e inoportuno. Pero creo que hay una diferencia básica entre ambos: Thays practica la auto-promoción, cosa que Vallejo, ciertamente, jamás hizo. Thays tuvo un programa en la tv estatal durante siete largos años; a pesar de ello, sigue siendo un escritor desconocido para la mayoría de lectores. Y resulta curioso que, durante esos siete años, Thays no dijese ni una palabra sobre lo indigesta que le resultaba la comida nacional. Curioso, ¿no le parece?
Usted, señor, está mezclando papas con camotes. El aporte de Vallejo a la poesía mundial es indiscutible, pero...¿cuáles son los aportes de Thays a la narrativa, ya no diré mundial sino simplemente latinoamericana? La mayoría de nosotros nos hemos perdido -o quizá no hayamos entendido- la magia verbal de Thays, y Ud. podría explicarnos cuáles son los valores de esa obra.
Además, en estos tiempos de Internet, es muy difícil que un escritor de verdadero talento pase desapercibido.
Err... No, no estoy hablando de Thays. Estoy hablando de lo que digo que estoy hablando. Te confundiste de post.
me emociono tu articulo, Vallejo es un tesoro peruano.
Comparto tu opinión. Pienso que la industria del "Plan lector" se viste como la abanderada que lleva libros de calidad a los jóvenes pero en realidad buscan solo ganar dinero a cambio de pobres textos sin sentido. Olvidan libros capitales, so pretexto de ser "complejos" y como decías en tu post anterior, se les da gato por liebre. Privando a los futuros ciudadanos (votantes obtusos si no reciben una educación adecuada) a acceder a textos que exacerben su creatividad e inteligencia. Pienso cuán lejano será que los escolares peruanos puedan leer 5 metros de poemas de Oquendo de Amat en su plan lector. En mis clases sobre vanguardismo peruano, solía llevar un ejemplar de este y muchos se maravillaban y buscaban abrirlo y leer sus poemas. Tenemos un canon del cual aprovechar libros valiosos, sin embargo, faltan los mecanismos para que este pueda llegar adecuadamente a esas jóvenes mentes que leen en los recreos (o durante una hora de la semana) alguna historia anodina, que pretende convertirse en un bestseller.
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