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Los fans del cine de terror suelen ser militantes y por eso cuando uno le pregunta a un aficionado latinoamericano por películas del género hechas en nuestros países, uno normalmente escucha una respuesta entusiasta, inmediata, ruidosa y... muy breve: luego de citar uno que otro clásico (si lo conocen) y una que otra joven revelación (si la recuerdan), por lo común terminan reconociendo que no hay demasiado, si uno espera cosas de buena calidad.
El gran clásico es el brasileño José Mojica Marins (por allí anda el mexicano Rogelio González); el mayor iconoclasta, el chileno Alejandro Jodorowsky; el más reconocido, y acaso el más consistente dentro de los límites de lo comercial, el mexicano Guillermo del Toro. Un crash course en horror fílmico latinoamericano tiene que pasar por Á meita noite levarei sua alma, de Mojica Marins; El esqueleto de la señora Morales, de González; Santa sangre, de Jodorowsy, y, en el caso de del Toro, por Cronos y El espinazo del diablo (asumiendo que El laberinto del fauno no cae enteramente en el género).
El horror en nuestra lengua, con altas y bajas, claramente es patrimonio español: Paul Naschy, Amando de Ossorio, Jess Franco, Álex de la Iglesia, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, Juan Antonio Bayona, etc. Hay algún colombiano, algún argentino, algún uruguayo, algún cubano, y, por supuesto, el excéntrico gótico andino de ínfimo presupuesto que ha creado un circuito informal y paralelo pero que, seamos francos, no ha generado una producción estéticamente considerable.
En el cine de América Latina, más bien, parecería que el horror, el horror como efecto y como tópico, crece fuera de los límites del género: en el cine de denuncia social, en la semi-ficción postdictatorial (Garage Olimpo), en el realismo carcelario (Leonera), en el relato de la marginalidad (Maruja en el infierno). Alguien tendrá una explicación más sugestiva o más aclaratoria. A mí simplemente me llama la atención lo escasa que es la tradición del cine de horror entre nosotros (que igual somos grandes consumidores del cine de horror extranjero).
...El gran clásico es el brasileño José Mojica Marins (por allí anda el mexicano Rogelio González); el mayor iconoclasta, el chileno Alejandro Jodorowsky; el más reconocido, y acaso el más consistente dentro de los límites de lo comercial, el mexicano Guillermo del Toro. Un crash course en horror fílmico latinoamericano tiene que pasar por Á meita noite levarei sua alma, de Mojica Marins; El esqueleto de la señora Morales, de González; Santa sangre, de Jodorowsy, y, en el caso de del Toro, por Cronos y El espinazo del diablo (asumiendo que El laberinto del fauno no cae enteramente en el género).
El horror en nuestra lengua, con altas y bajas, claramente es patrimonio español: Paul Naschy, Amando de Ossorio, Jess Franco, Álex de la Iglesia, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, Juan Antonio Bayona, etc. Hay algún colombiano, algún argentino, algún uruguayo, algún cubano, y, por supuesto, el excéntrico gótico andino de ínfimo presupuesto que ha creado un circuito informal y paralelo pero que, seamos francos, no ha generado una producción estéticamente considerable.
En el cine de América Latina, más bien, parecería que el horror, el horror como efecto y como tópico, crece fuera de los límites del género: en el cine de denuncia social, en la semi-ficción postdictatorial (Garage Olimpo), en el realismo carcelario (Leonera), en el relato de la marginalidad (Maruja en el infierno). Alguien tendrá una explicación más sugestiva o más aclaratoria. A mí simplemente me llama la atención lo escasa que es la tradición del cine de horror entre nosotros (que igual somos grandes consumidores del cine de horror extranjero).
8 comentarios:
Una explicación que se me ocurre para tu observación de que la lista del cine de horror es bien cortita en América Latina, es que en general el cine, en general, en América Latina no es tan voluminoso como en otras latitudes. También podríamos preguntarnos por qué hay tan poco cine bélico o cine de ciencia ficción en América Latina y tal vez tengamos similares respuestas.
Me parece que los tres países con mayor filmografía en América Latina - México, Argentina, Brasil - se han decantado por otros géneros con los que se sentían más cómodos sus respectivos públicos.
Sin embargo, tengo la sospecha que cada vez hay más presencia del horror en el cine latinoamericano. Por ejemplo, tendría que revisar las listas de películas que participan en el Festival de Cine de Lima, pero tengo la sospecha que siempre hay una o dos que podrían encajar en esa etiqueta. El año pasado estuvo Trabajar cansa, por ejemplo, cuya directora anunció que su siguiente película tendría más elementos de terror.
Creo q la calidad de las películas las volvían comedias por lo burdo y básico de los efectos, quizás x ello.
También cuenta la percepción que existía respecto al terror como "subgénero", algo que incluso se incluía en libros de texto de secundaria como los de Humberto Santillán Arista (el tipo se angustiaba pensando en los pobres niños que habrían quedado traumatizados por haber visto películas de Drácula o Frankenstein). Si el terror y la ciencia ficción eran Subliteratura alienante y generadora de traumas, difícilmente serían atractivas para los productores (de hecho, una de las pocas, sino la única, producción de terror nacional es una co-producción peruano argentina que se tituló "El inquisidor" (1974) http://www.quintadimension.com/article257.html
Es verdad lo que dice Arié, que una mala película de horror parece inevitablemente cambiar de género y volverse comedia.
Daniel: no conocía el dato de El inquisidor; igual me sorprende que digas que es la única cuando existe todo ese corpus de películas del gótico andino de los últimos años (que suelen ser películas de bajísima calidad, también hay que decirlo).
me falto precisar que el inquisidor es la unica de terror conocida hasta el anio 2000, cuando menos.despues vinieron las jarjachas, tunches y otros monstruos. se comenta que existe una pelicula, la lengua de los zorros, de federico garcia, pero todas las copias parecen haber desaparecido.
Misterio aclarado: http://www.cinelatinoamericano.org/ficha.aspx?cod=2548
No sé que tanto habla del cine de horror latinoamericano, Faverón, si él no es un especialista en la materia.
Creo que sería bueno poner algunos temas de debate sobre esto.
El primero, es que el cine de terror norteamericano es un cine de género, y en tal sentido, sujeto a una lógica industrial. El género facilita la producción de películas en cadena en tanto se especializa en una serie de técnicas (y de técnicos) que la hacen posible.
El estado de la industria cinematográfica en Latinoamerica es en muchos casos, precario. y la mismo tiempo, el cine de terror muchas veces necesita de un despliegue de producción que hace difícil llevar a cabo un proyecto de película con tales rasgos.
Por otro lado, no hay realmente una tradición histórica del cine de horror o terror en Latinoamerica como en Norteamerica y Europa. Hay esfuerzos y productos aislados, pero nada más. Por lo tanto, no hay referentes clave que nos permitan reproducir, en cierta medida, experiencias pasadas en el quehacer de una producción como esa.
Y finalmente, tengo la sospecha de que hay cierta impopularidad en el género por parte de la crítica, los jurados de los premios, y las instituciones que otorgan financiamiento para que se produzcan películas -que es la manera por la que normalmente se consigue el dinero para hacer una película en latinoamerica-.
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