12.4.12

Un compromiso firmado por muchos

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Hace unos meses participé con un grupo de colegas peruanos en la redacción de una carta firmada por más de un centenar de personas de la esfera literaria peruana, entre novelistas, poetas, críticos, etc.

Los firmantes incluyeron un espectro tan amplio que entre las rúbricas estaban las de Miguel Gutérrez y Mario Vargas Llosa, Rodolfo Hinostroza y Alfredo Bryce, Santiago Roncagliolo, Abelardo Oquendo, Dante Castro y Fernando Iwasaki. Se trataba de un documento de apoyo condicional a la candidatura de Ollanta Humala y de oposición a la inminente posibilidad de que el fujimorismo volviera a tomar el poder en el Perú.

Las condiciones eran claras y la mejor manera de recordarlas es transcribir aquí mismo los cuatro párrafos finales de la carta:
"Los escritores que firmamos esta carta venimos de lugares muy distintos del especro político peruano y tenemos ideas divergentes sobre cómo debería ser el manejo económico y social del Perú. Creemos, sin embargo, en el valor de la libertad, el rechazo a la criminalidad y a la violencia de estado, la defensa del orden legal y el respeto a los derechos humanos. Pensamos que estos son cimientos cruciales para la construcción de una nación justa y solidaria.

"El candidato presidencial Ollanta Humala ha jurado públicamente defender esos principios. Creemos que nuestro deber en este momento es escuchar ese juramento y que nuestra obligación inmediatamente posterior será vigilar su cumplimiento. El presente nos ha dejado con esa alternativa que es la vía válida de oposición a la reinstauración de la dictadura.

"La democracia es el ejercicio de una negociación: todo gobierno debe escuchar a su sociedad civil. La sociedad civil tiene el deber de guiar a su gobierno, hacer sentir su poder y su mandato y fiscalizar su rectitud. Pero esa negociación sólo es posible cuando el poder lo ocupa un movimiento político. El crimen está fuera de ese espectro: no se negocia con quienes han abandonado la política y han elegido la criminalidad.
"Por estas razones, los abajo firmantes llamamos a la sociedad a mantener su poder de representación, rechazando el regreso de la dictadura y solidificando, mediante el voto por Ollanta Humala, con una actitud activa y vigilante, nuestro orden democrático. El nuestro es un llamado esperanzado y optimista a la unidad nacional: este 5 de junio, los peruanos debemos defender, a través de un voto responsable y cívico, nuestra dignidad, nuestra libertad y nuestra democracia".
La carta fue publicada más profusamente en el extranjero que dentro del Perú, porque, como se sabe, una gran cantidad de medios de comunicación peruanos estaban demasiado comprometidos con la campaña presidencial de Keiko Fujimori. Sin embargo, quiero pensar que tuvo un valor más allá de lo simbólico y que sirvió de ejemplo aunque sea para unos cuantos miles de peruanos dubitativos. Que Vargas Llosa apoyara una candidatura que se presentaba como de izquierda era una señal muy clara: no era un regreso de Vargas Llosa a la izquierda; era una demostración ética de militancia contra el peligro dictatorial. Que sus rivales de una vida entera consignaran sus nombres junto al del otro me pareció un gesto encomiable. Me sentí orgulloso de cada uno de los firmantes.

Pero la carta también decía que sus suscriptores estarían siempre vigilantes ante el riesgo de que un posible gobierno de Humala incumpliera con los compromisos que por entonces el candidato estaba proponiendo. Y esos compromisos incluían una promesa de gobernar democráticamente, no sólo en la forma sino sobre todo en el fondo: escuchando a todos los actores sociales.

Pues bien, son 107 personas las que suscribieron esa carta, y ahora, pasados más de ocho meses de gobierno, ya es tiempo de que empecemos a discutir si la inversión que hicimos en la unidad está rindiendo frutos, ahora que la protesta social crece en diversos lugares del país y el gobierno de Humala opta por colocar como su principal negociador a un hombre fuerte aficionado a mandar en lugar de alguien capaz de convocar iniciativas y debatirlas y conciliarlas democráticamente. No se trata simplemente de firmar un documento y luego olvidar el compromiso adquirido mediante él. Y el compromiso era la vigilancia.

Un buen punto de partida para empezar esa conversación puede ser este lúcido artículo de Félix Reátegui publicado recientemente en la revista Ideele. Les pido a quienes firmaron entonces el documento que hoy recirculen este post y comiencen ese debate.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fueron más de 107 firmantes. Lo que sucedió fue el peruano hábito de avisar a última hora a muchos escritores, por eso inicialmente solo aparecieron 107. Pero al día siguiente que se publicó la primera lista en el diario El País de España se difundió la lista completa de firmantes en varios sitios web.

Solo es una aclaración.

Sobre el tema, desde el momento en que se le exigió a Humala comprometerse con la llamada Hoja de Ruta, cualquiera con dos dedos de frente podía darse cuenta que ese compromiso suponía la derechización del proyecto humalista, por lo que personalmente no me sorprende ninguna de las concesiones que le ha hecho a la derecha.

Firmante Número 108

Anónimo dijo...

si, pero esta a punto de darle concesiones al fujimorismo, asi que plop

Anónimo dijo...

Y tú, Gustavo, qué opinas al respecto? Sigues respaldando a Humala?

Anónimo dijo...

Yo sigo esperando que Alvaro Vargas Llosa cumpla su promesa e invierta sus ahorros en el Peru.