En el Perú, desde el gobierno de Fujimori, sin que se corrigiera nada sustantivo en el de Toledo y ahondando la herida en el gobierno de Alan García, se ha permitido que el Estado renuncie a su responsabilidad con los escolares y universitarios y que la educación se convierta, básicamente, en un negocio manejado por la versión más selvática y matonesca de la ley de la oferta y la demanda.
Por un lado, universidades adefesieras, fundadas sobre ningún sustento intelectual, sin expectativas éticas ni interés alguno por educar ciudadanos y formar profesionales: universidades que son como kermesses de domingo en las que todo desprevenido cree encontrar su conveniencia pero la mayor parte sólo dejan su dinero y se van sin nada ganado, o se van con un título inútil, que es como irse sonriendo porque se ganó un osito de peluche en la tómbola, aunque en verdad uno no necesita el oso de peluche y no le sobra el dinero para gastarlo en una tómbola.
Por otro lado, colegios que no compiten por educar a nadie sino por llenar sus vacantes lo antes posible, lo más rápidamente posible, a los precios más altos que les sean posibles, y que, sin pensarlo dos veces, aceptan trucos alucinantes como el famoso Plan Lector, que obliga a sus hijos a leer las tonterías que un director corrupto o ignorante y un par de maestros sobornables decidan en colusión con los comerciantes de las editoriales, que les dan cualquier mamarracho para que lo presenten a sus alumnos y a los padres de familia como lecturas imprescindibles, que van a convertir a sus hijos en lectores sagaces por el resto de sus vidas.
Lo más triste es que hay escritores y editores que se reclaman de izquierda y que aceptan gustosos el juego comercial del Plan Lector, que consiste en vender mucho, vender como mercachifles, suplantar la educación con el producto de ese bajo comercio y de paso ganar un poquitín de fama artificial, convirtiéndose ellos mismos en fulgurantes figuras del canon, cuando sus lectores no son otra cosa que niños que no los eligieron y que, de haber estado mejor informados, hubieran elegido cualquier otra cosa.
Se justifican diciendo que ellos trabajan con editoriales nacionales, luchando contra las grandes transnacionales (y eso lo repiten para que sus propios oídos se alegren creyendo que todavía son progresistas, izqueirdistas, rebeldes, antisistema): la verdad es que ni las pequeñas editoriales ni las grandes editoriales transnacionales deberían tener NADA que ver con la decisión de qué cosa leen nuestros chicos en la escuela. NADA. No sé si está claro: NADA.
De pronto, esos escritores y esos editores "de izquierda" descubren que la versión más selvática y matonesca del libre mercado es su elemento: se complacen en ella, lucran con ella, la vuelven parte de su sistema de vida. "¿Cómo? ¿Tú no eras fidelista?", les pregunta uno: "¿Tú no creías que el Estado tiene el deber de guiar la educación del pueblo?", y se hacen los que no escuchan. De pronto, cuando les conviene, parecen descubrir que no hay problema que no pueda solucionar la iniciativa privada y la ley de la oferta y la demanda. En cualquier otro terreno les parecería terrible. Pero en el terreno donde sus bolsillos engordan y sus egos se alimentan (y los cerebros de los chicos se desinflan y pierden la oportunidad de aprender algo de valor), ahí, en ese terreno, ya no ven cuál es el problema.
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2 comentarios:
Bueno, una respuesta al sonso de Faverón Yo no lo iba a hacer, pero como es una cosa doméstica del facebook lo comparto. Lo que dice Gus:
Luego de leer el texto de Gustavo Faverón que involucra a Recreo en su postura frente al libro tildado de racista de Editorial San Marcos, debo aclarar lo siguiente:
-Ese libro tan burdo no tiene ninguna relación con Recreo, la organización que Javier Arévalo y yo fundamos hace seis años.
-En ese entonces sí sostuvimos una asociación con San Marcos para imprimir y distribuir una colección de libros escolares debido a su penetración geográfica.
-En dicha colección no solo hay libros de Javier Arévalo y de quien escribe, sino de 50 escritores peruanos: Oswaldo Reynoso, Carlos Eduardo Zavaleta, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Ricardo Sumalavia, Rosella di Paolo, Julio Villanueva Chang, etc.
-En la página web de Recreo ( www.recreo.org.pe ) encontrarán todo lo que hemos realizado en estos seis años. Notarán también que nuestros últimos esfuerzos están abocados a construir bibliotecas en escuelas marginadas, como espacios de confluencia de niños estimulados, profesores capacitados y padres comprometidos.
-Agradezco a Cesar De Maria por advertirme de ese texto que circula por las redes para poder responder a lo que me atañe.
Recreo
que otros autores tipo arevalo se incluyen en el plan chanchullo lector?
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