Mi propuesta de formar un patronazgo de expertos en gestión cultural que construyan un proyecto coherente y significativo para la Casa de la Literatura y que permitan que esa institución mantenga una línea constructiva sin importar los cambios eventuales de gobierno, es decir, sin convertirse en instrumento de propaganda de izquierda o de derecha según vaya pasando de mano en mano el poder ejecutivo, ha sido descalificada por alguien como un plan "neoliberal".
Desde la otra orilla política, alguien me ha atribuido, falsamente, la propuesta de convertir la Casa de la Literatura en un organismo que "dicte" las políticas educativas referidas a los programas escolares de lectura, dejando de lado las disposiciones del Congreso, del Ministerio de Educación, etc. Algo así como si yo estuviera planteando que la Casa de la Literatura se transformara en una suerte de Politburó de la cultura, saltándose el orden democrático y la organización del ejecutivo.
Alguien ha dicho que detrás de todos mis posts se esconde mi intención de volver al Perú y, de alguna manera no especificada, convertirme en director de la Casa de la Literatura, desde la cual yo me encargaría --volvemos a lo mismo-- de impulsar y probablemente imponer mi propia "agenda" respecto a la enseñanza de literatura en los colegios peruanos. Todo un autócrata.
Lo curioso del caso es que quienes me ven como "neoliberal", quienes me ven como una especie de remanente de la Revolución Cultural maoísta y quienes me ven como un dictadorzuelo autárquico en vías de apropiarse del poder no son tres personas distintas, sino una sola: Américo Mendoza Mori, que ha hecho esas tres crítias, hilarantemente contradictorias, en el blog de la Red Literaria Peruana y en su página de Facebook. No necesito decir que todas las cosas que afirma Mendoza Mori sobre mí son completamente imaginarias: básicamente, son mentiras (1).
En el Perú se ha extendido ese síndrome de la descalificación sin argumentos que se reduce a la práctica de llamar al otro, por ejemplo, "neoliberal", como si con ello todo lo propuesto por la persona con la que uno discute se transformara mágicamente en falso o en erróneo o en abiertamente ridículo. (Lo mismo ocurre con "socialista", "comunista", "caviar", etc: lanzas la etiqueta como quien tira una piedra y se acabó la discusión; si pudes lanzarlas todas a la vez, mejor).
"Neoliberal" es básicamente la palabra que se usa cuando "liberal" suena demasiado elogioso y uno no tiene ganas de elogiar al otro. Es como llamar "caviar" a alguien porque "progesista" suena demasiado bien. O cuando llaman "facho" a cualquier conservador porque "conservador" no resulta suficientemente descalificador. Uno puede convivir con liberales, progresistas y conservadores, pero de ninguna manera con neoliberales, caviares y fachos.
¿Qué tiene de "neoliberal" la idea de formar un comité de expertos en gestión cultural que se encarguen de plantear políticas culturales de largo plazo como proyecto coherente para el funcionamiento de la Casa de la Literatura? Absolutamente nada. Si eso fuera "neoliberalismo", tendríamos que asumir que la inmensa mayoría de las grandes instituciones culturales europeas son "neoliberales": los grandes museos, las grandes sinfónicas, los ballets nacionales, las casas de la cultura, que suelen administrarse de esa manera, en muchos casos, desde décadas e incluso siglos antes de que alguien propusiera la existencia de algo llamado "neoliberalismo", y que siguen existiendo pese al relevo de gobiernos de derecha y de izquierda, e incluso de gobiernos radicales de uno y otro lado.
La manera en que algunos defensores del status quo de la Casa de la Literatura están respondiendo a mis críticas es el mejor síntoma de lo que está mal con esa institución. Yo planteo que se discuta para qué debería servir la Casa y cuáles deberían ser sus objetivos, de qué manera debería construirse si quiere ser un proyecto a largo plazo, o un proyecto permanente; que se debata qué temas relacionados con la literatura en el Perú deberían ser de interés para la institución, y también cuáles no. Propongo que la Casa deje de actuar como un centro cultural descriteriado que avanza a manotazos sin saber hacia dónde y se convierta en un inteligente promotor de diálogos sobre los temas de fondo de la literatura peruana.
Pero la sola sugerencia de que ese debate debería llevarse a cabo parece ser demasiado: de inmediato el debate se clausura y comienzan los chismes malintencionados, los rumores rápidamente imaginados para descalificar al interlocutor; para que no haya un interlocutor.
Una de las críticas centrales que formulo es que la Casa de la Literatura ha existido exactamente durante el mismo periodo en que el Estado ha desmontado y destruido el currículo de lecturas literarias en las escuelas peruanas y lo ha hecho depender del capricho de editores y comerciantes, y que, sin embargo, la Casa de la Literatura no ha propiciado ni siquiera una vez una discusión sobre ese tema, demostrando una despreocupación y una irrelevancia anonadante ante los grandes problemas de la literatura en el Perú, aquellos que no sólo competen a escritores y editores, sino a todos los peruanos.
¿Qué se me responde? Que la casa ha promovido infinitas sesiones de títetes y cuenta-cuentos para los niños limeños. Me parece notable que se haga llegar algo siquiera liminarmente representativo de la literatura peruana a nuestros niños, pero necesito que alguien me explique cómo es que eso subsana la absoluta apatía de la Casa frente al problema real de que esos mismos niños estén sometidos a uno de los regímenes escolares más absurdos que hayan sido inventados en el mundo. Es más, como dije antes, la Casa incluso ha patrocinado algunos de los negocios más arbitrarios montados a expensas de los niños peruanos dentro del marco del Plan Lector.
El absurdo es este: mantener una organización que dice encargase de promover la cultura literaria en el Perú pero que está dispuesta a observar silenciosamente cómo esa cultura es destruida desde sus cimientos. Y hacerlo con dinero público. Y responder con mentiras y equivocos y arbitrariedades, como lo hace, por ejemplo, Américo Mendoza, a quien plantee una crítica de todo ello.
La Casa, irónicamente, se enorgullece de su pluralismo, porque ha abierto sus puertas a miles de personas distintas para que presenten sus libros, lean sus poemas, monten sus performances, etc. Hay un grupo que no parece representado ahí: los compradores obligados de libros del Plan Lector. Los niños que leen cosas que son irrelevantes para su formación y los padres que pagan de sus bolsillos por una educación literaria menesterosa. ¿Quieren pluralismo? ¿Quieren ser una casa verdadera para la literatura peruana? Escuchen a los lectores. Nunca está de más. Sean realmente democráticos: convoquen al debate. Nunca está de más. Oigan a quienes piensan distinto. Nunca está de más.
___________
(1) Cuando le he demostrado que yo jamás he propuesto que la Casa de la
Literatura debiera dictar políticas de enseñanza, Mendoza Mori ha
cambiado ligeramente su texto del blog, añadiendo un par de signos de
interrogación: ahora no afirma que yo dije tal cosa; ahora solamente
dice que lo "sugiero". Como dicen por ahí: "same difference". Mendoza
Mori --para decirlo con simpleza-- miente. En su
página de Facebook, donde dijo aquella tontería de que detrás de mis
críticas estaba mi intención de convertirme en director de la Casa del
Libro, lo que ha hecho ahora Mendoza Mori es borrar todo el post, no
porque se arrepienta de las mentiras dichas por él, sino para no dejar
rastro de mis comentarios. (Las mentiras las ha cambiado ahora por otras
mentiras nuevas en otro post).
...
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11 comentarios:
Quiero dejar comstancia ( de nuevo) que borré tu post de mi muro porque que estaba lleno de insulto hacia mí.
Gustavo, aquí está el post que citas pero no enlazas y con la respectiva aclaración que solicitaste: http://www.literatura.pe/?p=1145
¿O sea que porque digo que en la Casa de la Literatura se debería debatir sobre la enseñanza escolar, tú puedes decir que estoy sugiriendo que la Casa de la Literatura DICTE las políticas educativas? ¿Este es un chiste o qué? Hay un límite entre el error, la ignorancia y la pura mala fe, y tú lo traspasaste hace mucho rato.
Y respecto a eso de los insultos contra ti: lo que puse en tu muro es lo mismo que he puesto aquí: que eres un mentiroso. Y no has hecho nada en absoluto para cambiar esa idea.
En realidad, es solo un ignorante que se equivoca. No hay mala fe. Al menos como lo veo.
Como te han dicho otros, el problema de la Caslit en este momento es su posible traslado. Evitar eso, es algo en lo que todos quienes estamos interesados en la cultura debemos estar de acuerdo. El lugar, como han manifestado otros, es importante. Las otras discusiones que propones, se deben hacer una vez se logre ese primer objetivo. La pregunta es, ¿por qué no planteaste esas discusiones antes? Y si las planteaste (no he seguido tu blog de manera permanente), ¿por qué no lo hiciste con la misma virulencia con que lo haces ahora? Las cosas deben hacerse en su debido momento. Por tus rencillas personales con Arévalo o Reynoso, pierdes de vista el verdadero problema por el que atraviesa la Caslit en este momento. Primero empujemos el coche para sacarlo del hueco, después discutamos la ruta. (JSF)
Bien Gustavo, felicidades por los insultos que me lanzas (y los que inventas que digo de ti: "maoísta, autócratas, etc"), porque te escudas en ellos para eludir temas de fondo.
Honestamente, este es el tipo de debates que se debe propiciar. Ponderar las argumentaciones, escuchar las conveniencias, las disidencias y claudicar ante posiciones mas sólidas.
Se deja entrever un ego continuista que no admite criticas funcionales y que denota en lo ridículo viniendo de una institución con poca juridicción y en un país con pésima comprensión de lectura.
Américo: yo no tengo la culpa de tu ignorancia y de tu incoherencia. Y tú sí eres responsable de tus mentiras.
Y hablando de tus incoherencias, todavía no has explicado cómo puedes acusarme simultáneamente de estas dos cosas:
1) Querer que CasLit dicte políticas educaticas escolares.
2) Querer que CasLit desaparezca.
Si no notas la alucinante contradicción de esas dos cosas, eres un caso perdido. Y cuatro días más tarde sigo esperando que cites una sola línea en la que yo sugiera la idea "1".
Américo, en serio, deja de dar pena y revisa, primero, lo que has dicho/ escrito, y luego un cursito de redacción y argumentación no te vendría mal, al menos para que te superes a ti mismo. Eso sí, lleva uno bueno, que pase cierto estándar de calidad, no como los de ciertos lugares que mejor no menciono, donde el profesor tiene que mirar el diccionario hasta para escribir en la pizarra.
Ese es mi primer consejo de pata. Aquí va el segundo: ya sabemos que por el momento de promotor entusiasta no pasas, compadre. Las relaciones públicas son una cosa, reflexionar con criterio y solvencia otra muy diferente. Ahora bien, no por eso te vas a esforzar en demostrar que como académico mediocre no la haces ni a futuro. Calma, guárdate un rato y piensa bien antes de entrar con la pata en alto.
Consejo de pata, insisto.
Juan Alonso Gambindo
La historia de las campañas y planes (municipales, Gobierno Central (vía Ministerio de Educacion), de las regiones ahora, del sector privado, etc., etc.) vinculadas al fomento de la lectura y del libro, es una historia trunca, llena de repeticiones, gastos innecesarios, de puntos ciegos, de ausencia de investigación previa, etc., etc.
Si, La Casa de la Literatura debería de promover una discusión de carácter amplio y multifacético ahora. Deben estar presentes los editores y escritores si, pero también otros sectores involucrados, como los docentes de colegios públicos y privados, mejor si están organizados en algún colectivo, el Colegio de Bibliotecólogos del Perú (vía el Capitulo de Bibliotecas Escolares y el Capitulo de Bibliotecas Publicas). Y claro la opinión del Ministerio de Cultura es indispensable.
Una supervivencia sana de La Casa de la Literatura esta de por medio. Si no, otro esfuerzo mas al cacho y a empezar de nuevo.
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