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El problema central con la Casa de la Literatura no es si funciona o no funciona en el local de la antigua estación de Desamparados: el problema es si funciona o no funciona bien. El problema es si se puede convertir la Casa de la Literatura en una institución relevante, diferente, que no sea uno más de los varios centros culturales que existen en Lima, que se distinga de otros centros municipales y universitarios que, hasta donde yo soy capaz de ver, hacen las mismas cosas y muchas veces las hacen mejor.
Hay un problema mayor que el de la materialidad de la Casa de la Literatura; es el de la funcionalidad de la esfera literaria misma. Mi impresión en estos últimos días es que la reacción de muchos escritores y gestores culturales es meramente fetichista y que ese fetichismo está, además, infestado de cooptación. Cuando Alan García creó la Casa de la Literatura no lo hizo porque al hombre la literatura peruana le parece inmensamente relevante: lo hizo porque era una manera sencilla de cooptar a los escritores, ponerlos de su parte, de manera semejante a como lo había hecho él mismo con las juventudes de izquierda y buena parte de la esfera artística y cultural peruana en los años ochenta con la dádiva del CICLA.
Efectivamente, es muy probable que Alan García haya tenido éxito. En su gobierno, se destruyó por completo la posibilidad de construir currículos de lecturas escolares de literatura de manera coherente y racional, al dejarse todo en manos de las editoriales y los vendedores de libros y a merced de la oferta que ellos quisieran hacer a los colegios. Y los escritores peruanos, los mismos que se paseaban por la Casa de la Literatura y la usaban para promover sus obras y publicitar su imagen, nunca protestaron.
De hecho, la mercantilización seudo-liberal de la comercialización de libros de literatura para los colegios, ha sido menos criticada por los escritores peruanos que la mercantilización seudo-liberal del transporte público e inmensamente menos criticada que la mercantilización seudo-liberal de la explotación minera, por ejemplo. Uno se pregunta por qué los escritores, tan prestos a criticar tantas cosas, y con razón, no critican, sin embargo, que la misma lógica de la minería y del transporte público se utilice como mecanismo para la enseñanza de la literatura, y de la lectura en general, en nuestras escuelas.
Sólo tengo dos respuestas, y las dos tienen que ver con lo mismo que ya dije: cooptación. Por un lado, la cooptación encarnada en dádivas como la Casa de la Literatura. Por otro lado, la cooptación que se produce cuando los libros de esos autores se convierten en mercancías para la venta a los colegios, situación que los favorece personalmente, ya sea económicamente o como forma de publicidad o incluso, más simplemente, porque satisface sus egos. No les importa que un niño de escuela pueda empezar y terminar sus estudios sin leer un libro de autores claves de la literatura peruana, y que en su lugar lea libros de Beto Ortiz, Gustavo Rodríguez o Javier Arévalo, siempre y cuando eso asegure que también sus libros sean parte de la operación de compraventa.
Uno se pregunta: ¿cómo es posible, por poner un ejemplo notorio, que el escritor Oswaldo Reynoso, siempre rápido en lanzar discursos contra el Estado y glorificar a los enemigos del establishment, pero el primero en correr a inaugurar la Casa de la Literatura de Alan García y cuyos libros sí están incluidos entre los beneficiados por el Plan Lector, nunca haya criticado abiertamente la mercantilización seudo-liberal del currículo literario de las escuelas peruanas?
Cooptar: neutralizar o ganarse a un grupo o a una minoría al asimilar a esa minoría dentro del establishment a través de dádivas o dándole derechos que antes les eran ajenos. ¿Ese debería seguir siendo el papel de los escritores peruanos? ¿Dejarse cooptar por el Estado y acallar sus propias críticas al Estado en función de esas dádivas? No. No debería ser. Es vergonzoso. Si la Casa de la Literatura va a seguir existiendo debería empezar por borrar cualquier posibilidad de eso. Y la manera más rápida de reestablecer una independencia de la esfera literaria ante el Estado podría estar, curiosamente, en manos de la misma Casa de la Literatura, si se atreve a propiciar ella misma un espacio (no importa dónde sea el espacio físico) para la discusión de la relación entre el Estado y la literatura y para la discusión, también, del estado calamitoso de la enseñanza de la literatura en el Perú.
Si lo hace, cuenta con mi apoyo. Y entiendo que contar con mi apoyo sería una victoria minúscula y casi imperceptible para la Casa de la Literatura, pero, dado que no puedo repartir dádivas, es todo lo que puedo ofrecer.
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5 comentarios:
Claro que importa el espacio físico, si no dónde va a funcionar la casa. Hay que resaltar el hecho que La Estación Desamparados es un inmueble histórico que fue recuperado y restaurado exclusivamente para que La Casa de la Literatura tuviera su sede ahí y llevase a cabo sus actividades mejorando el ornato del centro histórico y elevando su nivel cultural.
Su céntrica ubicación es un lugar adecuado y ya instalado en el imaginario de las personas que suelen asistir a esa clase de eventos y que cada vez está llevando mayor audiencia y exposición en medios.
Todo va de menos a más y las actividades realizadas han llegado a tener relevancia en el ámbito internacional debido a diversos simposios y estudios que allí se han hecho; entre ellos los dedicados a Vargas Llosa, Cesar Vallejo, Martín Adán, poetas en la mayoría. También alberga la presentación de libros y conferencias de diversos temas. Presta sus salas e invita a escritores nacionales, internacionales y del interior del país independiente de su índole política o ideológica.
Por otro lado, la función de cambiar el plan curricular del plan lector le compete en exclusiva al Ministerio de Educación; sin embargo, el Plan Lector es sólo un síntoma del deterioro del plan académico educacional en todas las materias y niveles de estudio primario y secundario.
Los intelectuales, académicos y escritores dedicados a la producción cultural y /o enseñanza (que tendrían que ser también “productores culturales”) deberían de impulsar no solamente una reforma en el Plan Lector, sino también el plan educacional en general para su pronta mejora y desarrollo, pero raramente alguna vez con tanta rencilla se verá que se unan por alguna causa.
En mi opinión, es una vergüenza que los libros editados por Javier Arévalo de ReCreo que son de nula calidad literaria y poca representatividad del canon literario peruano entre los autores publicados, sumado que especialmente son los libros de tales autores los reducidos a la menor cantidad de páginas posible, sean los libros que son difundidos para su lectura, estudio y posterior “entendimiento” en los colegios nacionales.
Causa verdadera indignación que el susodicho plan lector tenga como principal objetivo mejorar la “comprensión lectora” editando y difundiendo “libros para impartir el placer de la lectura” con preguntas inútiles al final de un texto igualmente inútil en la mayoría de los casos. Dejando de lado el hecho de que escolares en formación necesitan tener el conocimiento y reflexión adecuado a través de las mayores obras de la producción cultural del País al cual pertenecen, pero para eso se necesita educadores sólidamente formados en facultades, no sólo una Casa de la Literatura.
El Plan Lector es un negocio, y Arévalo un mercader, cosa que no estaría mal si es que el intercambio de la “mercancía”. Un periódico como La República apoya a ReCreo y ha editado una serie de sus colecciones, libros llenos de dibujitos espantosos y de historias flojas, muy flojas.
Finalmente, Gustavo, el tema aquí es cómo se podría articular adecuadamente un lugar de exposición y fomento de la literatura peruana ya en el canon o de producción actual a nivel regional y nacional; sin desmerecer el papel que la Casa de la Literatura ha asumido en estos años. No es necesario tomar posturas tan extremas como obviar de que el tema no es también el lugar, pero es típico, es tu estilo siempre lo has hecho y cuando te has dado de cara silbas para el costado.
Giovanni Ramírez
Estimado, el escritor Oswaldo Reynoso es el que más ha reflexionado y criticado la forma como se maneja la educación, el plan lector y su relación con las editoriales. Yo lo he escuchado en Puno, Arequipa y Lima con el mismo candente discurso sobre el problema que tú mencionas.
Saludos
Henry Rivas. Estás mintiendo de la manera más descarada. Reynoso incluso se reivindica a sí mismo como uno de los AUTORES del Plan Lector. Lee:
Durante el gobierno de Alejandro Toledo, Oswaldo Reynoso fue artífice de una política que cambió la industria editorial del país: el Plan Lector. “Nuestro planteamiento fue que había que intensificar la lectura”, nos dice. “El plan lector debe ser totalmente libre. Nosotros propusimos que el niño desde que entra hasta que sale, tiene necesariamente que leer, es la única forma de enseñar lenguaje”.
Aquí está el enlace a la entrevista:
http://suplementosolo4.blogspot.com/2010/08/oswaldo-reynoso-y-los-milagros-de-la.html
Gustavo, creí que podías discutir con argumentos, pero si tu discurso es la descalificación, me equivoqué de lugar.
Hola, aunándome al asunto un poco tarde , el asunto tiene varias aristas que tiene que tomarse en cuenta:
1, La gestión de La Casa de la Literatura (antes PROMOLIBRO) esta adjudicada al Viceministerio de Educación. Para mi este es la primera piedra en el zapato. La Casa del Libro debería de pertenecer a una gestión y o planificación conjunta (con un consejo consultor, no se exactamente cual seria la forma) entre el Ministerio de Educación (educación formal), Ministerio de Cultura (que también tiene un plan de Animación de la Lectura) y la Municipalidad (donde esta el predio). Un visión de conjunto permitiría coordinar (si COORDINAR esfuerzos) o por lo menos ver el problema en forma macro. Las Municipalidades tiene n ( o deberían de tener) algo que decir tambien.
2. El Perú pertenecía la CERLAL (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC-UNESCO) hasta hace unos años hasta donde se. Teníamos una oficina pagada pero desapareció p. El CERLALC - UNESCO es como un Observatorio del estado del libro y la lectura
3. Si el Estado ha adquirido los libros de Recreo u otros debería de haber formas de evaluar el alcance de esas producciones. Eso necesita de una evaluación continua. Los colegios particulares que han adquirido el material también deberían de tener mecanismos de evaluación de todo el material (estadísticas, narración de cuentos, observación, etc.). Al respecto los bibliotecarios, organizados en redes podrían evaluar el alcance de todas las colecciones. Habría que investigar, por ejemplo, como organizan sus actividades de animación a la lectura y sus biblioteca los colegios de Fe y Alegría (estatales pero de gestión conjunta) , y donde esta puesta la puntería para el fomento de la lectura. Todo esto podría ser motivo de publicaciones que estarían también en manos de la Casa de la Literatura. Ir mas allá de las hojas y ver el árbol y como crece.
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