Quiero compartir con la amable teleplatea un artículo de Lucas Ghersi
sobre mí (ok, contra mí) aparecido en un moderno periódico inalámbrico
de la interwebs.
Entiendo que el autor es un joven estudiante de la PUCP. (Ghersi critica
un texto mío titulado “El estúpido y perverso dios del mercado”.
En el pasado les he respondido a jóvenes estudiantes de la PUCP y otros templos del saber y acto seguido la teleplatea me ha propinado violentos apanados virtuales por abuso de menores (incluso cuando le respondí a Marco Sifuentes, que a la sazón frisaba los treinta años de edad física). En otras ocasiones no he respondido, para evadir el callejón oscuro y el estigma. Esta vez opto por el punto medio: reproducir el artículo para que ustedes, teleplatea, descubran su solidez de argumentos, su claridad racional y la intachable lógica con que el joven Ghersi me deja hecho leña.
Lo que me ha sorprendido es ver, gracias a una mano amiga, el muro de FB de otro joven, el joven Alexis Iparraguirre, ex estudiante de escritura creativa (carrera que le hubiera convenido cursar antes de la publicación de su primer libro), donde el citado joven Iparraguirre, a quien sólo he visto dos veces en mi vida —la primera de ellas jugando monopolio en una azotea (experiencia de la que parece haber extraído todo su conocimiento sobre economía)—, republica el artículo del joven Ghersi y se refiere a mí como si fuera su amigo de años, con cariñosos sobrenombres que no creo merecer, pero que agradezco.
En ese muro, el joven Alexis, que frisa diez más de los que frisaba Sifuentes en su momento, comenta el artículo del joven Ghersi de manera tan aguda y graciosa que hasta yo mismo estoy tentado de ponerle "like". El problema es que, al igual que el joven Ghersi, no se refiere a una sola línea de mi texto, lo cual le facilita la tarea de atribuirme ideas que no sólo no he expresado nunca sino que he rebatido muchas veces (con argumentos que él haría bien en revisar, para usarlos en su batalla contra el falso Gustavo Faverón que él ha construido en su soledad).
Como la mayor parte de quienes comentan el post del joven Iparraguirre parecen darme la razón a mí y no a mi crítico (Ghersi) ni a su publicista (el joven Iparraguirre), el joven Iparraguirre se molesta y les pide que se vayan a mi muro a poner sus elogios hacia mí. Lo dice y acto seguido hace una breve descripción de lo que él considera mis actitudes habituales:
Dice el joven Iparraguirre: “Estimado Humberto, puedes ir a manifestar tu admiración por el sabio de Bowdoin a su muro. Del mío solo podrás esperar que nunca te preguntaré con qué derecho hablas si no eres PhD, nunca te llamaré inmoral a la primera malhumorada ni confabulare con mis amigos del ciberespacio contra ti por discrepar. Tampoco tendrás en este muro defensas del Estado de Israel y de sus masacres y menos agresiones discriminatorias a partir de una pretendida superioridad intelectual (que incluyen el basureo en plan faite de Yauca)”.
A lo que debo responder:
1. Nunca le he pedido a nadie que no opine si no tiene un PhD. El joven Iparraguirre y el joven Ghersi, por ejemplo, tienen todo el derecho de opinar sobre todos los temas que les interesen y si, de carambola como hoy, sus opiniones llegan a mí, las escucharé como escucho cualquier opinión. Supongo, claro, que después yo tengo derecho a opinar sobre ellas, a pesar del PhD. (La “desgracia” de los doctores: decimos algo y por el sólo hecho de decirlo y ser doctores se nos llama “autoritarios”).
2. Nunca he llamado inmoral a nadie a la “primera malhumorada”. Lo he hecho cuando he pensado que alguien es un inmoral, lo cual es un hecho independiente de mi humor. También digo que alguien es zurdo si lo veo escribir con la mano izquierda o que una manzana es verde si veo que es verde. Me dirán que estos casos son incomparables con el otro porque son muy obvios. Diré que sólo he llamado inmoral a alguien cuando ha sido, para mí, así de obvio.
3. No confabulo con mis amigos del ciberespacio contra nadie por discrepar conmigo. En general, no confabulo. En general, no tengo amigos del ciberespacio (suficiente con mis amigos del otro espacio).
4. Defiendo el derecho del Estado de Israel a existir exactamente tanto como defiendo el derecho del pueblo palestino a constituirse en un Estado Palestino independiente, autogobernado y soberano. El Estado de Israel ha cometido innumerables crímenes de lesa humanidad en la guerra que libra contra numerosos grupos terroristas desde hace décadas. Nunca defenderé esos crímenes y tampoco defenderé los crímenes de lesa humanidad cometidos por los grupos terroristas palestinos.
5. “Faite del Yauca”. Mis amigos dudan que soy chalaco porque dicen que La Punta no cuenta como parte del Callao. Pero mis amigos, que tienen mejor gusto que el joven Iparraguirre, no piensan que llamar “faite del Yauca” a una persona por el simple hecho de ser chalaco sea una buena estrategia retórica. Y eso que mis amigos son unos atorrantes.
6. Además de esas tonterías, me atribuye otras, como que yo creo que existe una “alta cultura” que es superior y está claramente diferenciada de una “baja cultura”. ¿Cómo aclaro eso? Ya sé. Lo diré. No existe una “alta cultura” que sea superior y esté claramente diferenciada de una “baja cultura”. Pero, ojo, eso no hace que Corín Tellado sea mejor literatura que La metamorfosis. Sí hay, en cambio, mambos de Pérez Prado que son mejor música que mucha música clásica. Esa es la gracia. Decir que “Asu mare” es una mala película no es decir que todas las películas del mundo deban ser bergmanianas y, además, no todas las películas bergmanianas son buenas.
En fin, debo considerar con mis múltiples secuaces si vale la pena contestarle de verdad al joven Iparraguirre o si basta con aclarar la única confusión que en realidad me preocupa: que alguien vaya a pensar que yo con el joven Iparraguirre tengo alguna familiaridad. No es así.
Una vez me envió un libro de cuentos suyo y leí varios. Uno estaba en algo y los demás eran muy malos. Tiempo después, cuando estaba yo de visita en Lima, alguien se me acercó en la cafetería del CCPUCP, me saludó y me preguntó “qué te pareció mi libro”. Luego de dudarlo mucho y de responder vaguedades tuve que confesar que no sabía quién era la persona que me estaba hablando. Como había incómodos testigos presentes, parece que esta persona se sintió ninguneada. (Es el tipo de cosa que no afectaría a nadie que tenga algo de confianza en sí mismo pero que sí afecta a otro tipo de gente). Cuando se marchó, me contaron que era el joven Alexis Iparraguirre. Pregunté quién era el joven Alexis Iparraguirre y luego de muchas explicaciones entendí que era el antiguo jugador de monopolio y autor del libro que no me había gustado pese a mi esfuerzo por que me gustara.
Desde entonces, tiene la costumbre de hablar mal de mí en público y en privado, y al parecer ahora creyó que publicar el artículo del joven Ghersi era darme una bofetada. A juzgar por los comentarios en su propio muro —que, como digo, he visto gracias a una mano amiga—, el tiro le salió por la culata.
Ahora, en ese muro, les dice a sus propios comentaristas (que les dan con palo a él y, lamentablemente, también al joven Ghersi), lo siguiente: “Con todo cariño, los invito a que interpelen a Faverón (…) e incluso puedo apostar la réplica que obtendrán: inmorales, etc. Bueno, a menos que empiecen enviándole un mail elogioso y ya por ese lado construyan otra relación”.
Patética mentira. Él comenzó así, enviándome un mail patero. Y ya ven que no construyó conmigo una buena relación.
Y dicho esto, yo regreso a mi cama a ver episodios pasados de "La Previa" en YouTube mientras que el falso Gustavo Faverón que el joven Iparraguirre ha construido en su soledad regresa a su torre de marfil a seguir planificando su lucha contra el pueblo peruano.
En el pasado les he respondido a jóvenes estudiantes de la PUCP y otros templos del saber y acto seguido la teleplatea me ha propinado violentos apanados virtuales por abuso de menores (incluso cuando le respondí a Marco Sifuentes, que a la sazón frisaba los treinta años de edad física). En otras ocasiones no he respondido, para evadir el callejón oscuro y el estigma. Esta vez opto por el punto medio: reproducir el artículo para que ustedes, teleplatea, descubran su solidez de argumentos, su claridad racional y la intachable lógica con que el joven Ghersi me deja hecho leña.
Lo que me ha sorprendido es ver, gracias a una mano amiga, el muro de FB de otro joven, el joven Alexis Iparraguirre, ex estudiante de escritura creativa (carrera que le hubiera convenido cursar antes de la publicación de su primer libro), donde el citado joven Iparraguirre, a quien sólo he visto dos veces en mi vida —la primera de ellas jugando monopolio en una azotea (experiencia de la que parece haber extraído todo su conocimiento sobre economía)—, republica el artículo del joven Ghersi y se refiere a mí como si fuera su amigo de años, con cariñosos sobrenombres que no creo merecer, pero que agradezco.
En ese muro, el joven Alexis, que frisa diez más de los que frisaba Sifuentes en su momento, comenta el artículo del joven Ghersi de manera tan aguda y graciosa que hasta yo mismo estoy tentado de ponerle "like". El problema es que, al igual que el joven Ghersi, no se refiere a una sola línea de mi texto, lo cual le facilita la tarea de atribuirme ideas que no sólo no he expresado nunca sino que he rebatido muchas veces (con argumentos que él haría bien en revisar, para usarlos en su batalla contra el falso Gustavo Faverón que él ha construido en su soledad).
Como la mayor parte de quienes comentan el post del joven Iparraguirre parecen darme la razón a mí y no a mi crítico (Ghersi) ni a su publicista (el joven Iparraguirre), el joven Iparraguirre se molesta y les pide que se vayan a mi muro a poner sus elogios hacia mí. Lo dice y acto seguido hace una breve descripción de lo que él considera mis actitudes habituales:
Dice el joven Iparraguirre: “Estimado Humberto, puedes ir a manifestar tu admiración por el sabio de Bowdoin a su muro. Del mío solo podrás esperar que nunca te preguntaré con qué derecho hablas si no eres PhD, nunca te llamaré inmoral a la primera malhumorada ni confabulare con mis amigos del ciberespacio contra ti por discrepar. Tampoco tendrás en este muro defensas del Estado de Israel y de sus masacres y menos agresiones discriminatorias a partir de una pretendida superioridad intelectual (que incluyen el basureo en plan faite de Yauca)”.
A lo que debo responder:
1. Nunca le he pedido a nadie que no opine si no tiene un PhD. El joven Iparraguirre y el joven Ghersi, por ejemplo, tienen todo el derecho de opinar sobre todos los temas que les interesen y si, de carambola como hoy, sus opiniones llegan a mí, las escucharé como escucho cualquier opinión. Supongo, claro, que después yo tengo derecho a opinar sobre ellas, a pesar del PhD. (La “desgracia” de los doctores: decimos algo y por el sólo hecho de decirlo y ser doctores se nos llama “autoritarios”).
2. Nunca he llamado inmoral a nadie a la “primera malhumorada”. Lo he hecho cuando he pensado que alguien es un inmoral, lo cual es un hecho independiente de mi humor. También digo que alguien es zurdo si lo veo escribir con la mano izquierda o que una manzana es verde si veo que es verde. Me dirán que estos casos son incomparables con el otro porque son muy obvios. Diré que sólo he llamado inmoral a alguien cuando ha sido, para mí, así de obvio.
3. No confabulo con mis amigos del ciberespacio contra nadie por discrepar conmigo. En general, no confabulo. En general, no tengo amigos del ciberespacio (suficiente con mis amigos del otro espacio).
4. Defiendo el derecho del Estado de Israel a existir exactamente tanto como defiendo el derecho del pueblo palestino a constituirse en un Estado Palestino independiente, autogobernado y soberano. El Estado de Israel ha cometido innumerables crímenes de lesa humanidad en la guerra que libra contra numerosos grupos terroristas desde hace décadas. Nunca defenderé esos crímenes y tampoco defenderé los crímenes de lesa humanidad cometidos por los grupos terroristas palestinos.
5. “Faite del Yauca”. Mis amigos dudan que soy chalaco porque dicen que La Punta no cuenta como parte del Callao. Pero mis amigos, que tienen mejor gusto que el joven Iparraguirre, no piensan que llamar “faite del Yauca” a una persona por el simple hecho de ser chalaco sea una buena estrategia retórica. Y eso que mis amigos son unos atorrantes.
6. Además de esas tonterías, me atribuye otras, como que yo creo que existe una “alta cultura” que es superior y está claramente diferenciada de una “baja cultura”. ¿Cómo aclaro eso? Ya sé. Lo diré. No existe una “alta cultura” que sea superior y esté claramente diferenciada de una “baja cultura”. Pero, ojo, eso no hace que Corín Tellado sea mejor literatura que La metamorfosis. Sí hay, en cambio, mambos de Pérez Prado que son mejor música que mucha música clásica. Esa es la gracia. Decir que “Asu mare” es una mala película no es decir que todas las películas del mundo deban ser bergmanianas y, además, no todas las películas bergmanianas son buenas.
En fin, debo considerar con mis múltiples secuaces si vale la pena contestarle de verdad al joven Iparraguirre o si basta con aclarar la única confusión que en realidad me preocupa: que alguien vaya a pensar que yo con el joven Iparraguirre tengo alguna familiaridad. No es así.
Una vez me envió un libro de cuentos suyo y leí varios. Uno estaba en algo y los demás eran muy malos. Tiempo después, cuando estaba yo de visita en Lima, alguien se me acercó en la cafetería del CCPUCP, me saludó y me preguntó “qué te pareció mi libro”. Luego de dudarlo mucho y de responder vaguedades tuve que confesar que no sabía quién era la persona que me estaba hablando. Como había incómodos testigos presentes, parece que esta persona se sintió ninguneada. (Es el tipo de cosa que no afectaría a nadie que tenga algo de confianza en sí mismo pero que sí afecta a otro tipo de gente). Cuando se marchó, me contaron que era el joven Alexis Iparraguirre. Pregunté quién era el joven Alexis Iparraguirre y luego de muchas explicaciones entendí que era el antiguo jugador de monopolio y autor del libro que no me había gustado pese a mi esfuerzo por que me gustara.
Desde entonces, tiene la costumbre de hablar mal de mí en público y en privado, y al parecer ahora creyó que publicar el artículo del joven Ghersi era darme una bofetada. A juzgar por los comentarios en su propio muro —que, como digo, he visto gracias a una mano amiga—, el tiro le salió por la culata.
Ahora, en ese muro, les dice a sus propios comentaristas (que les dan con palo a él y, lamentablemente, también al joven Ghersi), lo siguiente: “Con todo cariño, los invito a que interpelen a Faverón (…) e incluso puedo apostar la réplica que obtendrán: inmorales, etc. Bueno, a menos que empiecen enviándole un mail elogioso y ya por ese lado construyan otra relación”.
Patética mentira. Él comenzó así, enviándome un mail patero. Y ya ven que no construyó conmigo una buena relación.
Y dicho esto, yo regreso a mi cama a ver episodios pasados de "La Previa" en YouTube mientras que el falso Gustavo Faverón que el joven Iparraguirre ha construido en su soledad regresa a su torre de marfil a seguir planificando su lucha contra el pueblo peruano.
8 comentarios:
Tienes humor Gustavo, te lo concedo, pero a veces eres un tipo de extremos. O piensas como yo y todo esta bien, o no y te dedico todo mi cariño.
Lo que es que de vez en cuando publicas articulos muy controversiales, agudos y locales que tocan muchas cosas. Siempre hay que ser consecuente con lo que de dice y escribe. Pero, por otro lado, no todos podemos gustar a todos y todas. Ley de la vida, chico.
Recuerdo lo de de las ediciones peruanas y las licitaciones estatales. Yo pienso al respecto que todo lo publicado por Editorial San Marcos no es malo. Lo que si no esta bien es que el Estado peruano, que nos representa y gasta nuestra plata de los impuestos) compre libros que no estan evaluados adecuadamente. por mas baratos que sean.
Lo que pasa es que muchas veces publicas información local controversial que levanta muchas cejas y voces. La cosa es hacerlo con autoridad y con la información investigada previamente. Pero así es la cosa no. No a todos y todas tenemos que gustar.
Por ejemplo, acerca de la Editorial San Marcos, no todo es malo ni des aprovechable. Lo que sí es criticable es que el Estado Peruano (al que todos pagamos con nuestro impuestos) compre, en las licitaciones a ser repartidas en las escuelas públicas, publicaciones que no han sido evaluadas adecuadamente solo porque son más baratas.
¿Valen los anónimos elogiosos, guapo?
Disculpen los dos comentarios. Pense que no habia entrado el primero....
fragmento del "Alexis Acker":
Nada es más allá de nuestro juego.
Y aquí estamos, en la vida y en la muerte,
entre tanto vivo, sobre tanto muerto.
El que no eres tú, no es nadie.
El que no eres tú, es alguien,
Alexis Acker.
Me basta andar contigo
en un mismo suelo,
en un mismo paso.
Me basta correr a comer contigo
con el mismo hambre, en el mismo plato.
hasta acariciar al niño
y sentirme con el otro extraño.
El otro nos odia.
El otro no tiene hermano.
El otro es el que se embriaga el sábado.
El otro es el canta misa.
El otro es un muchacho.
El otro es una vieja.
El otro eres tú y soy yo, si nos separamos.
¡Alexis Acker ha nacido!
¡En todo instante está naciendo!
¿Te acuerdas cuál era ese cuento que estaba en algo?
Bacán. Este post a duplicado las ventas de los libros de Iparraguirre para este año.
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