Todo era siempre muy pacífico, un poquito monacal, y por eso fue doblemente insólito el momento, esa tarde, en que una mujer, en una mesa cercana, comenzó a dar de gritos, gritos ahogados, pero gritos, rasguñando el mantel y poniéndose de pie con dificultad. Luego vimos que, detrás de la mujer, estaba Javier Diez Canseco, dándole unos golpes brutales por la espalda.
Alguien se paró para detener al agresor (en la imaginación de buena parte de los limeños, Javier Diez Canseco era el demonio y siempre era el agresor). Antes de que el valeroso voluntario pudiera poner sus manos sobre Diez Canseco, una esquirla de hueso de pollo salió volando por entre los labios de la mujer en dirección a la mesa. Ella se volteó hacia Diez Canseco y, apenas pudo hablar de nuevo, le dio las gracias con efusividad. Al parecer, él no era ningún experto en la maniobra Heimlich, pero se las arregló para salvarle la vida a su compañera de mesa.
Cuando yo era chico, los adultos de mi mundo detestaban a Javier Diez Canseco. Los asustaba, les daba un poco de miedo, a veces bastante. En las últimas dos o tres elecciones legislativas, varias de esas personas votaron por él. No es sólo que ellos crecieron con el tiempo y sus horizontes se abrieron; es que la imagen de él creció dentro de esas personas, más aun cuando lo compararon con esos políticos atrabiliarios e impresentables que se multiplicaron en los últimos veinte años. No era tampoco que de pronto ellos se hubieran vuelto comunistas o radicales: es que se dieron cuenta de que, aunque no les cuadraran mucho los métodos de Diez Canseco, sus intenciones eran las mejores, y eso no era poco.
Yo nunca llegué a votar por Javier Diez Canseco, pero siempre me pareció bien que estuviera en el Congreso y en la esfera pública, incluso en esos tiempos cuando era el demonio encarnado: al lado de los demonios de verdad, que vinieron después, y que resultaron, además, ser unos demonios viles de opereta, quedó claro que Diez Canseco no era más que un simple ser humano, consciente, solidario, coherente, que sentía amor por los más pobres, una de esas personas que faltan en nuestra política y que a partir de hoy faltarán mucho, mucho más.
8 comentarios:
Desde muy joven admire sus dotes de gran hombre humano.
Copio, pego y comparto lo siguiente
Yo nunca llegué a votar por Javier Diez Canseco, pero siempre me pareció bien que estuviera en el Congreso
A pesar que me lo encontre hace unos 30 años manejando su automovil y tocando la bocina, de manera iracunda para apurar al que estaba delante suyo. Eso me desagradó de el. Pero siempre me parecío de las mentes que daban nivel a las discusiones. Era un genio, malgeniado. RIP
Diablos, por un momento pensé que JDC sí habia sido un monstruo.
Me ha gustado mucho tu comentario sobre el desaparecido y hoy hasta el cansancio homenajeado JDC. Creo que recoges bien el sentir de un grupo de nuestra generación.
Me ha gustado mucho lo que has escritos sobre el hoy desaparecido y homenajeado hasta el cansancio JDC. Creo que recoges bien el sentir de un grupo de nuestra generación con respecto a este líder y figura política; yo diría una "rareza" en la escena nacional.
Me ha gustado lo que has escrito sobre el hoy desaparecido y homenajeado hasta l cansancio JDC. Creo que has expresado el sentir de un grupo de nuestra generación. Ciertamente desaparece un líder y luchador "una rareza" en la corrupta escena política del país.
Me ha gustado mucho lo que has escrito sobre el desaparecido y hasta el cansancio homenajeado JDC. Creo que recoges el sentir de un grupo de nuestra generación. Ciertamente un líder, un político consecuente, "una rareza" en la corrupta escena política de nuestro país.
Yo voté por JDC en varias elecciones en las que salió electo, pero no en la última porque supose que iba a tener los votos suficientes para salir elegido como asi fue. Por eso dí mi voto para otra persona nueva en politica.
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