20.8.13

Racismo con piel de cordero

Una recomendación. Si quieren quedar como gente ajena al modo de pensar de los racistas, nunca usen la frase "el racismo es de doble vía".

Primero que todo, porque, si lo hacen, van a dar la impresión de pensar que el mundo, o nuestra sociedad, o cualquier sociedad a la que se estén refiriendo, están divididos en dos campos, que la barrera que separa a ambos campos está racialmente determinada y que el vínculo más común entre ambos campos es el odio racial. Y eso, obviamente, es falso. No sólo es falso, sino que es precisamente la manera de pensar de los racistas. Y ustedes, recuerden, no quieren quedar como racistas.

Los nazis, que no se reconocían racistas, o que, en todo caso, no reconocían el racismo como un discurso atrabiliario, odiaban a los judíos, a los gitanos, a los polacos, a los árabes, etc., pero además suponían que ellos, los nazis, y los germánicos en general, o los "arios" en particular, eran odiados por todos los otros: "el odio es de doble vía" es una frase que cualquier desquiciado de la Ahnenerbe o de la SS o de las Juventudes Hitlerianas hubiera usado campante y feliz en cualquier momento.

De hecho, cuando Hitler llegó al poder y amenazó a los judíos alemanes con boicotear sus negocios, en 1933, y en respuesta a ello comenzaron en Europa y Estados Unidos las manifestaciones públicas contra ese inminente abuso, el gobierno nazi se defendió de las acusaciones diciendo que no eran otra cosa que una campaña judía de "odio anti-alemán".

A los racistas les gusta hacer hincapié en que "el otro" los odia a ellos.

"El racismo es de doble vía" es el título de un artículo que ha escrito Miguel Santillana y que ha aparecido en la revista Velaverde y en un blog de Semana Económica. El artículo comienza con un párrafo que parece, formalmente, al menos, de los dientes para afuera, ser un alegato en contra del racismo:

"Un tema que me impresionó durante mi reciente visita a Puno, invitado por la fundación Konrad Adenauer y el Instituto Peruano de Economía Social de Mercado (IPESM) es el racismo: los cobrizos contra los mestizos, criollos o blancos. Este racismo se justifica como revanchismo histórico marcando la vida política del departamento. Mientras que esto no sea enfrentado como un pernicioso pasivo de la sociedad peruana; éste departamento y los otros, en los que se observa este tipo de comportamiento, no podrán integrarse al proceso de crecimiento económico y social. El racismo es una trampa para nuestro desarrollo".

Si uno lee rápidamente, está casi de acuerdo. O, por lo menos, comprende que la intención general de Santillana es llamar la atención contra el racismo. "El racismo es una trampa para nuestro desarrollo", dice. Eso está bien. Pero si uno lee con cuidado, la cosa es distinta. El racismo del que habla Santillana está estrechamente definido: los "cobrizos", por un lado, como agentes del racismo, y, por el otro, los "mestizos, criollos o blancos" como víctimas del racismo.

Ok, no es precisamente la forma de racismo que más ha complotado contra nuestro desarrollo desde la Colonia, durante los siglos de servidumbre forzada de los indígenas y la esclavitud de los afrodescendientes, o en la república, con el mantenimiento de formas de producción cuasi esclavistas y mecanismos feudales de explotación, pero hay que darle tiempo a Santillana para desarrollar su idea, hay que leer los párrafos siguientes.

Los párrafos siguientes, lamentablemente, no son precisamente de Santillana, no de manera directa, sino que son su transcripción (ya que está entrecomillada, hay que suponer que es literal y que quizás tenga la grabación) de las cosas que le dice a Santillana un anónimo anfitrión que lo recibe en Puno.

Ese anfitrión explica la tesis de Santillana sobre el racismo de los "cobrizos" contra "mestizos, criollos o blancos". El problema es que -involuntariamente, queremos suponer-, las palabras de ese anfitrión son el discurso de un racista clamoroso y altisonante, que no representa ninguna novedad en el Perú -ni en Puno ni en Lima-: un sujeto que odia a los indígenas puneños, los desprecia, los culpa de la precariedad de sus propias vidas y los estigmatiza con frases que Enrique López Albújar o Ventura García Calderón hubieran juzgado demasiado retardatarias para escribirlas en sus cuentos en los años treinta.

El anfitrión anónimo dice haber sido profesor en la Universidad Andina Néstor Cáceres Velásquez. No es de los profesores que hablan sobre sus alumnos con amor: "La calidad de los alumnos es pésima", dice. Y continúa: "En muchos casos ni dominan el castellano, no saben ni armar una oración. Trabajar con ellos es súper complicado".

O sea, este profesor universitario juzga que sus alumnos son "pésimos" porque hablan otro idioma y el español es su segunda lengua. Son tan malos que "no dominan el castellano", dice. Claro, ni a este absurdo profesor ni al columnista de opinión (que no opina nada ni cuestiona nada) se les ocurre observar lo evidente: un país tiene que ser muy injusto y autoritario, muy centralista y discriminatorio para tener un sistema universitario al que sus ciudadanos no pueden acceder en sus lenguas maternas.

¿Qué país es éste en el que un sector de la ciudadanía necesita aprender un idioma que no es el propio para poder instruirse y, encima, cuando trata de estudiar en una segunda lengua (el español), se encuentra con profesores mostrencos y antediluvianos que creen que no hablar un español castizo es un indicio de bajo nivel intelectual?

El sabio catedrático anónimo continúa:

"La UANCV", dice, "tiene 32 años de sacar profesionales mediocres. Con los años, tienen una masa crítica mediocre de abogados, ingenieros, administradores, profesores, que se apellidan Maquera, Condori, Huayhua, Cahua, Pacori, Cariapaza, Yujra, etc. Dentro de este grupo los de mejor apellido son los Quispes y Mamanis".

En este punto, claro, uno quiere meterle una cachetada a este sujeto. ¿Alguien imagina a un profesor universitario que se pone a enumerar apellidos quechuas como si fueran demostraciones de estupidez, o como si el origen quechua, yuxtapuesto a un título profesional, produjera un ridículo tal que ni siquiera hay necesidad de explicarlo? ¿Un profesor universitarios que habla de "mejores" y peores apellidos? ¿A quién le suena absurda la frase "ingeniero Huayhua", o la frase "profesor Cahua", o la frase "abogado Quispes? Mi pregunta es retórica: si cualquiera de esas frases te suena ridícula, eres un racista y, además, eres un racista que no le ha dado una buena mirada al Perú en los últimos cincuenta años.

No sé si los profesionales de la UANCV terminan sus carreras con buen o mal nivel académico, pero si la respuesta es la segunda, se me ocurre una explicación: tienen profesores idiotas y atravesados de racismo, profesores que los odian produndamente y los desprecian por su origen. No voy a generalizar porque no sé nada sobre el resto de la plana docente de esa universidad y de seguro tiene una inmesidad de docentes honrados y conscientes de su labor. Pero pongo mi mano en el fuego por una cosa: muchos estudiantes de la UANCV han tenido que pasar por las manos de por lo menos un profesor que los detesta con toda su alma.

El racista enmascarado (enmascarado por Miguel Santillana, que no menciona el nombre de su interlocutor) sigue hablando sobre sus alumnos y sobre los indígenas puneños en general: "No tienen idea de calidad de vida", dice. "No les importa comer todos los días chuño, vivir en un solo cuarto con sus hijos amontonados".

Claro. Verdad que los pobres viven como pobres porque no les interesa vivir como ricos. Porque, como el mismo sabio dice líneas arriba, "aún viven con el complejo". Bastaría con ir a la puna y explicarles a nuestros compatriotas, antes de que sus hijos se mueran de enfermedades respiratorias en este o en el próximo invierno, el concepto de "calidad de vida". Si lo entendieran, se construirían mansiones con calefacción de energía solar y pondrían una chimenea victoriana en cada uno de los muchos salones de sus residencias. ¿No es cierto?

¿Otro párrafo del experto en racismo? Aquí tienen uno genial:

"También existe racismo entre quechuas y aymaras. De la mezcla salió el juliaqueño. Es horroroso. Es el nuevo rico. Atropellan a quien le da la gana. No tienen educación: se tiran unas trancas épicas y luego hacen intercambio entre la comadre y el compadre. Al día siguiente, no pasó nada".

Obviemos el triple salto mortal que hay entre la primera frase, donde quechuas y aymaras se repudian, y la segunda, en la que no sólo conviven en feliz servinacuy sino que además tienen hijos que -horror de horrores- resultan ser ni más ni menos que juliaqueños, y, como tales, pueden ser descritos con tres palabras: "horroroso" y "nuevo rico".

Una pista más sobre cómo detectar a un racista instantáneamente: los racistas suelen referirse a toda una comunidad en singular, como si todos quienes la forman fueran una sola persona. Los racistas dicen cosas como "el negro es vicioso", "el cholo es flojo", "el chuncho es de doble filo" o cosas como "el judío es conspirador", "el árabe es engañoso".

Y dicen, claro está, cosas como "el juliaqueño es horroroso". ¿Por qué? Porque el racismo es una forma de reducción antirracional, una simplificación injustificable hecha para poder odiar en masa. Cuando el racista está en el apogeo de su segregacionismo, empieza a ver a la colectividad odiada como una sola persona, es incapaz de ver a cada sujeto como un individuo diferente.

Uno se pregunta: si Miguel Santillana cree que "el racismo es de doble vía", ¿por qué en ningún punto de su artículo se detiene a señalar que su anónimo interlocutor es un racista? ¿Acaso no es obvio? Alguien más piadoso que yo dirá "bueno, en el título del artículo queda reconocido que existe ese otro racismo". Yo diré: Santillana no censura ni critica ni le arranca la careta al racista que tiene en frente -lejos de ello, le da tribuna y lo deja circular libremente, convirtiendo sus declaraciones en el mensaje central del artículo- porque sabe que todo su argumento de destruiría si dijera: "ok, hay dos formas de racismo pero yo quiero centrarme sólo en una y mi única fuente es un racista atroz, que a partir de ahora queda a cargo del presente artículo".

Claro, es interesante leer cómo los nazis describían el odio de los judíos hacia ellos, cómo los belgas describían el odio de los congoleses hacia ellos, cómo los turcos otomanos describían el odio de los armenios hacia ellos, cómo los caucheros que invadieron el Amazonas describían el odio de los indígenas hacia ellos (la foto que acompaña este post es del Perú en pleno siglo veinte), cómo describían ciertos españoles el odio de los andinos conquistados hacia ellos, y también es interesante leer cómo un profesor universitario en Puno describe lo que él considera el odio de los indígenas hacia gente como él (que los desprecia abiertamente).

Pero los historiadores o los científicos sociales que hacen eso saben que deben alertar cuando esas descripciones vienen hechas desde el racismo dominante de los que controlan la vida civil de la sociedad y sus formas de producción y ejercen una violencia impune contra los demás desde la cima de esa sociedad. Y Miguel Santillana sabe que debería alertar a sus lectores y decirles que lo que van a leer a continuación son las palabras de un evidente racista hablando acerca de lo que él considera que es una forma de racismo peor que el suyo.

Pero Santillana no lo hace. Prefiere ver si puede pasar gato por liebre y salirse con la suya: intenta hacerle creer al lector que las palabras de su anónimo entrevistado son meridianas y no necesitan advertencia, que son transparentes y que confiablemente nos informan sobre una situación real, que no están atravesadas de odio y de prejuicios. ¿Periodismo de opinión? No, pues: odiosa propaganda. Nada más.

Sólo añade una frase al final y lo más grave es que esa frase no sólo no es crítica respecto al racista anónimo, sino que hace suyos todos sus reclamos: "Hay que enfrentar esto de una vez", dice Santillana.

Por supuesto que hay que enfrentar todas las formas de racismo, pero para lograr cambios estructurales hay que enfrentar ya, perentoriamente, las que son promovidas desde el poder: el discurso del desprecio al indígena y a las lenguas indígenas, el sistema escolar y universitario que obliga a sus estudiantes a abandonar su idioma y sus señas de identidad si quiere progresar, el discurso de odio a las clases sociales emergentes, esa burla descarada de todos los días contra el pobre que quiere ocupar nuevos espacios en la sociedad y contra el indígena que quiere profesionalizarse a pesar de las trabas que el país le coloca.

Y también hay que enfrentar a este periodismo primitivo de opinadores que trafican con ideas aborrecibles y las maquillan para hacerlas pasar como una defensa de la igualdad.


...

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Todo racismo es efecto de una causa, veamos pues, la inicial de todas.

Alejandro dijo...

No se puede estar en desacuerdo en que el entrevistado de Santillana es, en efecto, un racista, y que fue un craso error del autor no advertirlo.

Pero creo que la crítica desvía la atención sobre el punto principal del artículo, y es que existe racismo no sólo "desde el poder", sino también desde todas las capas de la sociedad. El punto es que con el crecimiento económico los nuevos "poderosos" (en la región al menos) son justamente quienes antes estaban entre los "oprimidos", y que estos estén reproduciendo la práctica racista.

Esto deja de lado el tradicional discurso políticamente correcto de que "hay un discurso de odio hacia las clases emergentes". Creo que vale la alerta de que el discurso de odio, hoy día, proviene también y con más fuerza cada vez de las clases emergentes.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Claro, Alejandro. ¿Y la fuente que usas para afirmar eso cuál es? Ah, verdad, las declaraciones anónimas de un racista. La única fuente de todo el artículo. Genial.

Jorge Turpo dijo...

Es increíble que los editores y directores de dos revistas no hayan reparado en exigirle a Santillana, por respeto a la inteligencia de sus lectores, que incluya en su artículo los nombres y apellidos de su única fuente que prácticamente ocupa el 99% del texto. Los estafó de los lindo (o se dejaron estafar).

Anónimo dijo...

de acuerdo con tu articulo Gustavo, aunque obviaste el hecho de que es bien conocido el metodo de publicar tus ideas con la muletilla:"una amigo me comento..." o en este caso "un anfitrion..." para que no te vinculen como tus comentarios y lo pongas en forma de denuncia.
Otra detalle, es el absurdo y innecesario Macarthismo -o sorpresa- contra la gente de izquierda desde Villaran, Diez Canseco y/o defensores de DDHH como Garcia Sayan, lo que desnuda, aparte de su racismo disimulado, su total y completo fascismo, intolerancia hacia otras formas de pensar, al estilo Alditus, o peor.
Una vez mas queda demostrado de que calaña esta hecha la DBA

Anónimo dijo...

Mientras leía este artículo, recordé las fiesta de Arequipa, a propósito de su aniversario, en especial a unos comentarios por Facebook, de algunos "arequipenses" que empezaban a quejarse de la presencia de sayas y morenadas durante el corso y hasta les echaban la culpa de la suciedad en la ciudad a los puneños. Simplemente patético.
Excelente artículo :)

Alex Arévalo dijo...

Esto tiene que ser una broma. Ni siquiera me refiero al contenido de queso Gruyer de este...montón de palabras (le falta muuuuuuucho para llegar a artículo de opinión). Me refiero a la terrible estructura de esa diatriba creada por este chapucero de las letras. El artículo este es un batiburrillo sin pies ni cabeza.

Por lo menos queda la certeza de que Santillana no puede estar incluido entre "los profesionales de verdad y técnicos con experiencia" que, según él, son discriminados por los cobrizos (que termino más huachafo). Así que, señor Santillana, si asegura que, según su dudosa fuente, en Puno solo se contratan acémilas que "no dominan el castellano", allí estaría la explicación para que a Usted lo hayan invitado a Puno. ¡Contratado!

Anónimo dijo...

Gustavo. Soy un racista. No crees que muchos fuimos formados asi? Ahora lo digo con verguenza pero igual que los alcoholicos en recuperacion se llaman siempre a sí mismos alcoholicos, prefiero recordarme siempre toda la formación racista que recibi. Sigo en formación y espero seguir aprendiendo

Anónimo dijo...

raramente una persona abre la caja de pandora que es el racismo en el perú y que nos afecta por igual a todos, la verdad es que todos somos racistas, por formacion, por falta de inteligencia, por miedo, por tener o no tener dinero, por colorde piel, por religion, por x. Abre la caja y ahí nos encontramos todos metidos de una forma u otra. Y nadie quiere enfrentar el racismo y superarlo desde sí mismo, es facil señalar y creer q YO NO SOY RACISTA. Pero lo somos y todos.

Anónimo dijo...

que un racismo sea mas antiguo que otro no hace al mas reciente una cosa buena y loable, o comprensible

Alejandro dijo...

Y me pregunto entonces Gustavo, tu tienes data a la mano, como para explicar cuál es la dinámica de las prácticas racistas en Puno, y afirmar que los antes oprimidos son (o no) una fuente importante de extensión de las prácticas racistas hoy en día?. Acá al menos de mi parte me interesó resaltar una alerta de que dicho caso puede darse, ser relevante y creciente, pero no necesariamente la verdad única. A menos que tus certezas absolutas tengan como fuente tus ideas preconcebidas. Genial también.

Unknown dijo...

Gustavo solo para precisar: Maquera, Condori, Huayhua, Cahua, Pacori, Cariapaza, Yujra son apellidos Ayamaras, mientras que Quispe y Mamani son Quechuas...
atentamente
el cholo paucar

Anónimo dijo...

Racismo, no necesariamente, pero conflicto de índole étnica, sí. Miren sino como los Awajún y Wampis se sacan la mugre cada vez que hay temas étnico culturales y territoriales de por medio. O cómo los Asháninka del Gran Pajonal amenazan a cualquier "cara pálida" que entre a sus territorios, luego de su experiencia traumática con SL.

carlos miranda dijo...

Lamentable y pobre el articulo del sr. Santillana, sin embargo hay q aclarar varias cosas:
Es ignorancia el generalizar
Es cierto q en el departamento de Puno haya una faccion radical en cuanto a 'supremacia racial indigena', pero debo decir con conocimiento de causa q esta faccion no supera ni el 30% del total de los puneños, es peligroso q cualquier idea radical crezca, pero estos no pasan del 30%, sin embargo contar con 30% de una poblacion de millon y medio, es de tener mucho en cuenta
Luego ser serrano no implica necesariamente ser indigena
Luego tener apellido originario tambien no implica ser indigena
No todos los puneños son cavernicolas tal como los mencionan en dicho articulo
Lo q tambien es peligroso y cierto es q docentes trasnochados con una ideologia radical en lo racial esten envenando no solo a las universidades puneñas, sino tambien los hay en los colegios de muchas zonas del pais
Peru esta poblado mayoritariamente por poblacion mestiza, es decir en todas sus variantes, como: indomestizos, mestizos, y euromestizos, pero Puno es muy particular, es de mayoria indigena pura, ni siquiera son indomestizos, y esto aunado q conservan sus modus vivendis, por lo tanto debiera recibir un trato muy especial, pero el estado les diio la espalda y hasta es logico q sientan resentimiento hacia lo criollo o mestizo del Peru
Si es peligroso q ese 30% radical siga consiguiendo adeptos
Asi como dejamos q vivan como quieren los peruanos austro-alemanes de la selva central, por q no dejamos q lo hagan lo mismo a los puneños
Si no se enfoca en todo orden este problema, Puno sera un hervidero
Es mas yo estaria a favor de q Puno se convierta en un estado independiente, pues eso de expulsarlos es retrogrado y conllevaria a una guerra
O en todo caso darles mas autonomia casi como un departamento federal, no hay otra, pues estamos hablando quizas de un millon de indigenas puros (por q el restante medio millon son indomestizos, mestizos y pocos criollos), es practicamente una verdadera nacion dentro del Peru, y ello no quiere ver las autoridades
Mal q bien, sea pobre o no este articulo, ha dado en la pus de un problema etnico-racial latente aun por resolver en el Peru contemporaneo,
saludos

Gabriela dijo...

Excelente artículo, aunque lo leí muy tarde; debo comentar, que lastimosamente en las universidades se tienen ese tipo de "docentes" universitarios, en mi universidad hay un montón de ésos, los que SE CREEN MUCHO por haber estudiado en colegios particulares, de "prestigio" o "tradición", por tener dinero (aunque la verdad no entiendo porqué siguen enseñando si tienen tanto), por tener un apellido de origen extranjero y se andan jactando de su "privilegiada" existencia, frente a sus alumnos; ésto, no me causaría molestia, si es que no se tratara de una universidad nacional, a la que van a estudiar personas que no tienen la posibilidad económica de irse a estudiar fuera o simplemente a una universidad particular; lo lamentable de esta situación, es que hay muchos docentes que son déspotas con los alumnos, y en este punto, debo comentar lo siguiente: un docente (nombrado en mi universidad) llegó a utilizar una frase como "así es pues, ahora, hasta las empleadas entran a la universidad" refiriéndose a una alumna, es triste ver este tipo de situaciones, pero lo más triste es que no podemos hacer nada, porque las autoridades universitarias le dan poca o ninguna importancia a estos incidentes, además, suelen cubrir y ayudar a sus "amigos" docentes.
El racismo existe, es una triste realidad, pero mucho más triste es ver a las personas que "nos están formando" para ser profesionales íntegros, cometer este tipo de faltas.